La próxima semana será el lanzamiento de mi último libro, sin embargo este es distinto…, bueno, de alguna manera todos lo son, cada uno tiene su estilo y un propósito definido, al menos para mí es así.
«A veces…,», ese es su titulo, él ha estado incubándose desde hace bastante tiempo, esperando el momento oportuno, el tiempo justo. Este libro quiere entregar una prosa que refleje esa búsqueda por la cual he pasado, aquella búsqueda que ha marcado toda mi vida, esa inmensa necesidad de silenciarse, esa hambre de comprender, de entender el porque de cada cosa, por qué existimos, por qué pensamos, por qué deseamos, son tantas las preguntas…
Así mismo, éste libro pretender reflejar de alguna medida lo que muchas mujeres pensantes sentimos, los procesos por los cuales pasamos, los sentimientos que nos van llenando, a veces, de forma tan incomprensible hasta, para nosotras mismas.
Les dejo acá la invitación, algo de su prosa y, espero que de alguna forma, los que están más cerca, me acompañen ese día tan especial.
A veces,
Me pienso e imagino tan distinta al resto, como una nebulosa que transita imperceptible por este y otros mundos, nadie ve lo que a mis ojos causa asombro, a nadie impacta lo que a mi oído enmudece.
¿Verán que tras un árbol hay miles de caminos?
¿Que tras mi tacto están todas las manos del mundo? o tal vez que mi canto y mi dolor son parte de su sangre, como lo es la ignorancia y maravilla de sus almas, de la mía?
¿Será que amanece para ellos, en la misma madrugada en que muere mi palabra?
¿Sabrán que cuando amo, estoy alimentándolos de mi grandeza?
¿Sabrán que la flor, vale tanto en un camino seco, como valen mil rezos en una iglesia viva?
A veces,
El tiempo corre tan de prisa que tapa mis ojos torpes, agarra con sus dedos los aromas que me gustan, como el de la tierra húmeda, el café fresco y el de esas noches obscuras con estrellas refulgentes.
Y resurjo
y muero,
una y otra vez
todo eso, en un aletargado silencio.
(Un silencio tan profundo como el destello de la muerte)
A veces,
Cuando pienso en un hombre,
lo sueño ígneo y profundo,
vivo como un Dios, mío y sólo mío,
tanto o más que mis manos.
Un hombre amado que corra
contra el tiempo,
que arrastre mis existencias
en la profundidad de su ojo
y que las acaricie en las esquinas
perdidas de algún universo viejo
mientras me piensa.
Que se agite como un mar violento
en las curvas más siniestras de mi urgencia,
que se pasee desafiante
ante mis pupilas vagas.
Que desaparezca en mi deseo
cuando se arranquen de mi boca
en gruño los besos.
Que sea en mí,
como la hoja de un lirio,
y yo en él,
un huracanado céfiro.