julio 12, 2011
Hace exactamente una semana que llegué de México, desanduve las calles de mi querida Tuxla, respiré su aire somnoliento y sus aromas intensos, acaricié los colores de sus cerros verdes y vivos, la tez canela de su pueblo cariñoso, mío, más mío de lo que ellos perciben. Caminé por los tejados del cielo, me engolosiné con el cariño de los seres que quiero, me vestí con la mirada de hombres añosos llenos de sabiduría, me desvestí con las noches silenciosas y rasgadas de historia y ahora…, vuelvo a esta tierra larga, estrecha y mía, también mía, a parir hijos milenarios, a parir sin descanso para seguir poblando el universo que inmutable me mira.
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