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junio 17, 2008

Pensando en ti, Kitaro

(Parte de mi novela «El Libro»)

Cuando te pienso.

No se que me pasa, cuando sólo te pienso,
quisiera disolverme en cada parte de tu cuerpo,
ser en los abismos de tus ojos,
arrancar de tu boca…
los besos todos, que nos debe el tiempo…

Que tu mano se desgrane en mis yermas,
en las lomas más extensas,
en cada curva o pliegue de mi tierra.
Que me bordes con la boca ¡todo el cuerpo!.
quisiera romper, todas las muertes que nos llevan la ventaja,
que me digas al oído, «tanto te he esperado»
y responder en silencio, la vida ahora, ya nada nos debe.

Sueño con tu boca… ¡como si fuera mi único alimento!,
con el calor de tu lengua destapando secretos en la mía,
hurgando en los rincones de mi urgencia.
Sueño con estar en tus cimas, adentrarme en tus silencios.
Ansío sentir tu mástil invadiendo mi universo,
que se rompa el cielo con mi llanto,
que se caiga el día con tu beso.

Quiero adentrarme en tu carne, que seas en la mía,
sucumbir en cada esquina de tu cuerpo.

Vida mía, has llenado de tal forma mi interior,
que me abrumo con tu solo pensamiento,
cada poro de mi piel esta en espera,
mi boca sedienta de tu urgencia
y me corre por la sangre una brisa ¡tan intensa…, !
cuál si fuera yo huracán…, y tu mi arena.

No sé que me ocurre, cuando en silencio te pienso…

Has llenado de tal fuerza los huecos de mis manos,
que ya no cabe otra piel en ellas,
me inmolo en tu mirada a cada instante,
en esos ojos profundos, silenciosos y quedos.

Quisiera derramarme en el cielo ¡una y mil veces!,
no tener cuerpo, ser etérea.
Deshacerme de mi boca y piernas,
de mi rostro, de mi cuerpo entero…,
y ser en ti, como el aire, ¡ETERNA!

 

junio 17, 2008

Temporada de sky

El cielo estaba de un azul que cegaba a cualquier océano, la montaña pletórica de blanco, el silencio inmenso. Así viví el retorno al sky, deporte que me encanta practicar en invierno.
Subimos temprano, muy temprano, cuando casi todos duermen, a medida que avanzábamos iba dejando atrás la ciudad y todo su vorágine, los mall, los autos, el cansancio y la tensión de la semana. El frío también era intenso pero el sol se regalaba pleno y generoso. A las 09:00 ya estábamos subiendo los andariveles, era la primera vez de este año, por lo tanto vas con una adrenalina mayor, comienzas a sentir las sensaciones que estaban dormidas del año anterior, esa fuerza que se te mete en el cuerpo, esa sensación de libertad absoluta, esa paz.
Los descensos estuvieron cargados de plenitud, esos estados redondos en que tienes todo, sensaciones, emoción, absolutismo y por un pequeño instante te sientes totalmente uno con el entorno, de hecho y ahora que lo recuerdo, hubo un segundo en que perdí la armonía y no estaba eskiando como me gusta, respiré, y metí todos mis cuerpos en uno sólo, tomé conciencia de ellos, y fui otra vez con la tierra que generosa se me entregaba a mis pies.
En el climax de ese día, quise no tener cuerpo, quise no tener rostro, quise no existir para vaciarme completamente en tus ojos.