E
En los miles de deslindes que se inserta mi palabra,
me deshago, completa e imperfecta,
me deshago en el tiempo que se curva en mi vientre,
en mis muslos, en el ángel que me cuida.
Es mi alma y es mi sangre y son mis dedos,
es mi tacto racimos de un silencio
que se ahonda en la curvatura
más extensa de mi ojo, de mi lengua de miel,
de mis poros de canela, de todo yo,
de toda mi femineidad, de todo lo que soy,
del Dios que me habita, del que habito,
del que soy.
En los miles de comienzos,
en todos los finales que dan mi nueva partida,
mis muertes, mis eternos e incansables nacimientos,
en todos renazco una y otra vez,
florezco, muero, eternamente.